“Comala”, Colima, es un mágico destino, parte de su encanto radica en el equilibrio que se genera del color tierra de sus tejados, con el trazo sencillo de sus fachadas y su rica vegetación que la rodea. En 1988 fue declarada Zona de Monumentos Históricos y en el 2002 fue elegido para formar parte del programa nacional “Pueblos Mágicos de México”.
“Comala”, Colima, la paz que se respira en este apacible y bonito pueblo se complementa con la estampa del coloso que tiene a sus espaldas: el magnífico volcán de fuego. Los habitantes autóctonos de Comala, de origen purépecha, fueron conquistados por los españoles en el siglo XVI y puestos bajo la encomienda de Bartolomé López. El café de la región comenzó a ser explotado en 1883 por una primera hacienda de San Antonio, levantada por el alemán Arnoldo Vogel. La gente de ese lugar se distingue por sus trabajos artesanales tallados en madera, especialmente de caoba y parota, para muebles y objetos ornamentados. Pero también dedican su tiempo para la elaboración de máscaras para las danzas autóctonas, sombreros de palma estilo Colima, los comales, los chiquihuites y sobre todo los huaraches llamados cactli, distribuidos casi por todo el país. Para aquellos que el beber y el comer representa un placer, Comala es un buen lugar para saborear bebidas como el ponche obtenido del mezcal del maguey, la tuxca y algunos licores de frutas que en la zona son abundantes, sobre todo el tamarindo, la zarzamora, la ciruela, el coco, la guayabilla y otras propias de los climas templados.