La hermosa formación de la naturaleza hace de este manantial un deleite visual. Y por si fuera poco en la catarata petrificada también se puede disfrutar de las piscinas naturales en lo alto de la montaña, desde donde emana el manantial, un verdadero baño al borde de un precipicio que a cualquiera le pondría los cabellos de punta, es capaz de relajarte y eliminar todo el estrés que te provoca la rutina diaria.
Esta hermosa cascada se encuentra en el Valle de Mitla, México a unos 80 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, es una de las “cataratas más extrañas del mundo”: ya que parece congelada, pero está en medio de una región extravagante. Es una vertiente pétrea que se mantiene inmóvil en medio del verde exótico que la rodea. Es en realidad una catarata petrificada que parece caer desde lo alto de una montaña, pero esto solo es el efecto que le da su majestuosa belleza, Situada en el Valle de Mitla, a unos 80 kilómetros de Ciudad Oaxaca, desde la cima de una colina, emana hace miles de años un manantial conocido como “Hierve el Agua”. Aunque en realidad no es agua hirviendo, su nombre procede por el efecto burbujeante del manantial tal como si estuviera en una olla con agua en su mero punto de ebullición, sus aguas con un alto contenido mineral. Carbonato de sodio y magnesio con vetas de azufre han modelado una fantástica catarata como si estuviera pasmada en el tiempo. La hermosa formación de la naturaleza hace de este manantial un deleite visual. Y por si fuera poco en la catarata petrificada también se puede disfrutar de las piscinas naturales en lo alto de la montaña, desde donde emana el manantial, un verdadero baño al borde de un precipicio que a cualquiera le pondría los cabellos de punta, es capaz de relajarte y eliminar todo el estrés que te provoca la rutina diaria. Las investigaciones y pruebas arqueológicas refieren que grupos nómades de hace unos 2.400 años ya utilizaban estas aguas y que antiguos agricultores construyeron una red de canales y pozos para los sembradíos en terrazas. Turistas locales e internacionales quedan fascinados frente al espectáculo imponente y disfrutan chapoteando en las piscinas esculpidas en la piedra sobre el borde de un precipicio, sólo apto para viajeros intrépidos y amantes de las experiencias fuertes.